Cuando la tarde sangra de naranjas sus mejillas se salpican de arreboles y un intenso calor me lo aproxima de tierra de cabellos o roturas Manu enjuicia con su índice mis nones y se ríe de los ojos para adentro traduciendo su espacio en una mueca Manu archiva cada tarde mi paciencia dibujando en las paredes helicópteros se bebe como un sabio los perdones y avanza en zapatillas desatadas. Cuando la noche por oscura me lo acerca su fantasma se arrincona con mi puerta y él descalzo sin arreboles ni naranjas se abroja en miedos por mis manos. Cuando la parábola del tiempo me lo esconda voy a temer haber perdido sus caricias voy a temer de sus piratas el cuchillo voy a temer no ser de madre en su naranja. Daniela Piccione
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