martes, 5 de febrero de 2008

Manu y el naranja



Cuando la tarde sangra de naranjas
sus mejillas se salpican de arreboles
y un intenso calor me lo aproxima
de tierra de cabellos o roturas
Manu enjuicia con su índice mis nones
y se ríe de los ojos para adentro
traduciendo su espacio en una mueca
Manu archiva cada tarde mi paciencia
dibujando en las paredes helicópteros
se bebe como un sabio los perdones
y avanza en zapatillas desatadas.
Cuando la noche por oscura me lo acerca
su fantasma se arrincona con mi puerta
y él descalzo sin arreboles ni naranjas
se abroja en miedos por mis manos.

Cuando la parábola del tiempo me lo esconda
voy a temer haber perdido sus caricias
voy a temer de sus piratas el cuchillo
voy a temer no ser de madre en su naranja.

Daniela Piccione

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