sábado, 4 de agosto de 2007

Anatomías


Anatomía de las circunstancias
Foto:Liliana Muente


Un viento sur arranca las últimas nubes como si fueran enaguas de abuelas, como si ellas con su púdica delicadeza las despegaran de las polleras al sentarse en el micro.

Me miro las piernas de a una, enfundadas en el pantalón de bambula no son más que dos piernas lilas , dos pedazos de mi que arrinconan el jugo lenguaje de la vida.

Me pregunto cada tanto como sería la cara oculta de quien se tapa del reflejo del sol con puntillas de nylon color rosado, del secreto estrujado en la pileta del lavadero, de la que amansa su bestia con tanto recato, con tanta finura.

Una sobre otra se aparean, se danzan, se entretienen, buscan la memoria del tacto, la proximidad con sus caireles, los mordiscos tan agudos, las pesadas maravillas.

Con una enagua así, yo también soy una perra, cada una de nosotras hace multiplicar sus géneros cuando la cabeza destroza todos los platos que quedan de la noche, sucios, engrasados, oliendo a agua de horror y hojas de salvia.

Me arranco la ropa con las uñas, con la crudeza que enaltece los deseos, hay una hembra que me mira olfatear sus rastros, un enjambre de abuelas en cuclillas tocándose el medio de los labios, pensando que mañana morirán.
Daniela Piccione

Anatomía con torinos y conejos

Foto:Liliana Muente

habla de mi

mientras ataja a los conejos

que corren en sus ojos

mi hermano tenía las rodillas gastadas de fregar sus torinos en el piso, yo lo espetaba tan agria; siempre advertí el hijaputismo que la inteligencia clavaba entre mis piernas, ni los hombros, ni el pecho, ni el tamaño, la inteligencia sí

sonaban tan estúpidas las ruedas del torino contra el piso; me pongo los hombres en la cabeza, no entre los muslos, no en las mejillas, no el pubis mojado ni en las rosas secas que quedan en el libro

antes sí, mi hermano y su torino verde con un hilo del paragolpe y lo arrastraba; antes sí, la guitarra que sonaba , los versos del poeta, esa preñada soledad con Margaritas

la inteligencia

me vidia los pezones

me licua las manos

ahora no, ni los conejos que se te escapan por los ojos, detenelos, se estropean; ni las calandrias que te saltan a dos patas por el pecho; ahora no, solamente tu cabeza,

no entiendo que no puedas

hacer llover más fuerte

contra esta ventana

en que te pierdo

Daniela Piccione

Anatomía de la gente grande.

Foto:Liliana Muente

No importa si en el camino perdí a la madre, a la que sirve el café en la bandeja pintada de mi abuela, el sillón hamaca, los cofres que trajeron de Italia. Apenas si quedan estas estaciones como migajas que almuerzan los pájaros, las nanas importadas, los febreros en que también moríamos, las manos llenas de hembras, con olor a hembra, con espejos de hembras arqueando no a la singer , no al atado de ropa lavada, no a la alhucema ni a los hijos en los pezones; apenas si queda la espalda arqueada como gata que lengua su sombra, como el pubis que supura, como enarbolando, sí, el clítoris que empuña.
- nosotras también soñamos, huele a veces a rancio el campo de batalla, las sábanas bordadas , los festones y el piqué labrado-
No, insisto, no importa, la niña que me mira tiene enjuagados los ojos con lluvia y apenas si alcanza con los dedos las teclas de su piano, se ahoga un gajo de luz en la tarde que tamiza; que alguien me devuelva la noche.
- puedo perdonar si es necesario a las células multiplicadas, a la escama que nivela los años-
Sería más fácil encender la luna que quedar así, bogando en la tarde y perdida.
¿Dónde esconde la niñez su espejo, quién los tapa?
Mi madre oprime la tecla que hace la luz, irremediablemente la noche con su nervio desnudo me toca la espalda.

Daniela Piccione



miércoles, 1 de agosto de 2007

Eva en Holograma





Eva en Holograma
Soledad Actis Feijóo
Daniela Piccione

UNA HOJA PARA DOS DESNUDAS

En encarnaciones pasadas pero no pisadas, una pudo haber sido geisha o ama de llaves,

otra pudo haber sido madama de cabarute o maestra de brujas en la noche medieval.

Son dos pero son todas y una, "para destrenzarme / de tanta sepia / corroyéndome los huesos"

Intercalan sus voces, sus lenguajes, sus estilos, sus tonos y ritmos y sus intenciones..

Sangre signo, corazón nido y gemas genomas del gemir., se abren de lenguas.

Con el número dos renace una y con el número tres reinicia el ciclo.

"Hologramas de mí misma son mis Evas."

Sombra-música, hembra-lumbre, Eva(y)ave. Pintura cuerpo, tatuaje estigma apenas velado;

pre-lógica y para-mágica Eva, idea carne y palabra piel.

Eva, desde su gruta grito grieta, siente y escribe: "puedo llorar / con el útero en penumbras"

El deseo incorpora para otrificar. La mirada cubre para descubrir.

El verso reverso vuelve, envuelve, devuelve y desenvuelve.

El estro estrofa. ¿Pero quién viene del sueño de quién?

Eva par, Eva impar, Eva ab ovo y también Lilith.

¿Han bajado del Olimpo? ¿Han salido del Paraíso empolvadas de luna y beso?.

Son divinas, son terribles. ¿Bajan del cielo? ¿Suben de la tierra? ¿Vuelven cantando al sueño originario perdido en valle de lágrimas?.

Hembras enhebradas, se pasan el hilo a lo largo del libro. ¿De dónde viene la punta del hilo?

Eva con-viene del c(i)elo y de la sangre. Es el Espacio del Tiempo y espera activa.

No el cuerpo visto sino los cuerpos des-nudantes, pre-sentidos desde interioridades atravesadas por

el deseo y el temor, el encanto y el desencanto. Fuente sedienta, Eva.

Fuego, sombra,. caverna,. matriz,. vid,. abeja-reina, santa serpiente,.yegua en flor, animala.

¿Soñada durante la Nada de su dios? parida sin dolor y con placer? ¿Despertada durante el sueño del hombre? ¿Quién vela y quién desvela? ¿Maldita tú eres? ¿Bendita tú eres?

Niña del Ojo, la animala humana pinta en las paredes de su gruta la prosa, la prisa, la presa, la praxis.

Su pico-pluma abreva en calendario ovárico; sangrando canta y cantando sangra.

Es la casa y la caza. Monta el caballo de Troya de su pulsión hembra y se desboca. Es la guerra, es la paz. ¿Es el reposo del guerrero?.

La insurrecta costilla se empierna a orillas del río de la vida y de la muerte. Afina su lirismo amazónico como se le canta; se ajusta el grito lágrima en clavijero pájaro y nos atraviesa.

¿Quién habla y quién oye? ¿Quién sostiene el aroma? ¿Quién es y quién no es?

¿Es el arquetipo femenino definido por la filosofía? ¿Es la impensada, la invisibilizada? ¿Es la encarnación del pecado sojuzgada por la pirámide eclesiástica? ¿Es la hija hermana con-yugue madre, acotada por el orden jurídico? ¿Es la otra cara del numisma económico y cultural?

Minora, fémina, mina que conmina, hija del dolor de la madre, bestia sagrada..

Magna mater gaudente del amor empinado, Eva.

Letra viperina, cifra jeroglífico, enigma y lago, dilema y numen, la más inquirida nos devuelve el interrogante ¿Eva, cierre relámpago del signo de pregunta que el hombre abre?

Cuerpo de resonancias el tejido verbal, reflejos del rostro de abuelas y madres; sombras, luces, ecos.

Trae la fruta y ella es el fruto ¿Agrio? Dulce? Ácido? ¿Amargo?

"Eva se coagula / en las redes del género / para concebir el infierno"

Entre el placer y el dolor, abren sus piernas al hombre que si-hembra.. Abren parturiento cuerpo al hijo que puja. Vencen de espaldas a la madre tierra, vencen de cara al sol, a la noche y al futuro..

¿Son más animalas de temer cuando callan, o cuando abre sus piernas?

En el con-juego de los opuestos complementarios, Soledad Actis Feijóo y Daniela Piccione

apuestan otra vez..

Bocas que invocan, siguen los cuerpos de sus versos en holograma..

Rubén Vedovaldi, 21 de junio de 2006

EVA EN HOLOGRAMA

Soledad Actis Feijoo & Daniela Piccione

Editorial Universitaria de Rosario

La hora de Eva ha llegado. Una Eva que se nos aparece en singular pero que esconde la pluralidad de cada una de las mujeres que repasa desde sus páginas. Eva es una y son todas al mismo tiempo, demostrando una vez más, por suerte, que el todo nunca será igual a la suma de las partes.

Eva nos remite a algo mucho mayor que un simple nombre de tres letras: Eva es la dueña del génesis de todas las cosas y, como un radar invisible, nos vigila y nos rodea en similar medida que nos acuna para doblegarnos en cascadas de su propia pasión. No hay eslabón femenino que pueda rehusarse a ese mito que trasciende su significado, ni tampoco máscaras suficientes que disimulen la pretendida generosidad de sus muecas irreverentes.

Esta Eva que han sabido construir desde la ferocidad y la ternura, desde la compasión y lo descarnado, confluye sin trabas hacia el verdadero símbolo que la palabra resume: la hembra, y quienes se dejen llevar por el contenido acabarán por encontrar las razones de existir de Eva como portadora y germen de esa hembra que la constituye.

A pesar del conocimiento previo que se pueda tener de las autoras no es posible plantearse comprender lo que sus versos definen sencillamente porque hay cosas que no pueden explicarse. Al decir de José Saramago: “…el lector deberá interrogarse sobre el poema acabado, el poeta tendrá que renunciar a saber cómo lo hizo…” y entonces, a partir de esta cita, lo más prudente es abandonarnos a la textura de esos versos y que sus mensajes nos atraviesen la piel hasta quitarnos la ropa y el aliento.

El poemario abre su camino con colapsar” y a partir de allí nos sumerge en una inmersión zigzagueante por las fronteras menos pensadas. Nos invitará a recorrer desconocidas estaciones de la vida con la seguridad que al salir de ellas lo haremos entre temblores. Eva sabe de antemano que no saldremos indemnes y no sería ningún descubrimiento especial imaginarla sonriendo a escondidas al comprobar el resultado de esa experiencia y dejarnos a solas con nuestras desolaciones y escalofríos.

La concepción de esa mujer imposible de soslayar se corporiza en la temática de los senos que aparece desde los inicios aunque no será la única mención sobre anatomía. Está en las “tetas flacuchas” mencionadas por Dana como recuerdos de familia y se dibuja en los “pechos secos” que confesiona Soledad. Acaso sin saberlo, se identifican ellas y nombran a todas las mujeres cuando refieren a “la gata voraz y equivocada” o al “paraíso que hace brisa de su vientre”. Hembra y mujer. Mujer y hembra. Los sinónimos que Eva escogió para sacudirnos la modorra de la intimidad más profunda.

Eva nos habla de sí mirándose hacia adentro. Nos entrega hijos, perdones, manojos de piernas, llantos, gemidos, risas y deseos en cantidades exactas que evitan el regodeo. Quizás por eso también elabora un tiempo donde mostrarse desnuda de cuerpo entero y plasmar filigranas en nuestros ojos a través de su mirada transparente.

A modo de cierre, es necesario agregar que la implícita poesía incluida en el prólogo alumbra una galería de preguntas inquietantes que concluyen, arbitrariamente o no, en el quién es y quién no es. Probablemente haya sido esa, como ninguna otra, la cuestión fundamental que Eva eligió para examinarnos desde sus hologramas. A nosotros, sus testigos, sus lectores, nos corresponden las respuestas.

Roberto Lobos Octubre 2006


Yo era esa de pechos secos

Que esperaba tras el día

Le lectura de mi sangre

Volviéndome descifrable

En un pentagrama de tabaco

Rompía los truismos

Para desafiar las líneas

De mi mano.

En una caja musical

Escondía los retratos

Para destrenzarme

De tanta sepia

Corroyéndome los huesos.

Yo era esa de pechos secos.



Soledad Actis Feijóo


Mi madre era una loca

que danzaba en la lluvia

que cuidaba sus rosas

sus camelias cerradas

y después con los zuecos

las pisaba una a una.

Mi madre estaba loca

intempestiva, solitaria

le pegaba a los espejos

se vestía de fantasmas.

Mi madre en su locura

amaba a un piano negro

a un hombre de prestado

a las teclas de su lluvia

Mi madre estaba loca

van a decir todos mis hijos.

Daniela Piccione.

Presentación de Eva en Capitán Bermúdez, fin de mayo de 2007


Poetas en el zaguán

Foto:Liliana Muente

Poetas en el Zaguán, un grupo de poetas que desde abril de 2001 comparte sus creaciones, sus vivencias, sus emociones.