viernes, 25 de enero de 2008

Finales


Mi infancia tenía rincones más amargos
y la tarde amagaba con sus soles
ir hasta el silencio más pagano,
mi madre tenía mi infancia
prendida de sus pechos,
cubierta con mantas de lana,
hilvanada con puntos precisos.
El hombre que me termina
abre los ojos despacio,
tiende a quedarse dormido,
está al acecho del mundo,
me acusa y se me pone.
Mi infancia pedía sus labios
para abrir más palabras,
leía llena de estrofas y pájaros,
hacía la siesta recostada en los aleros,
mi infancia de árboles y hembras.
El hombre que me hace final
mira la sombra de mi madre
escondida entre pliegues de los muslos,
la espanta, la corre, la aprisiona;
y mi madre lo mira agujereada,
recortando los hilos de a pedazos,
buscando con los ojos sus finales.
Daniela Piccione

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