jueves, 16 de abril de 2009

Viveros



Imaginemos al árbol

que se plantó en el terreno,

donde después

germinó una casa,

en la cocina de mañana,

en las tardes sobre,

entre, contra, debajo,

la llenamos de hijos.

Usted, él, puso, pusieron,

un sinfín de pececitos

muertos y vivos, de colores.


Tarda años el jacarandá

en florecerse el cuerpo,

y la casa y los espejos,

y la mala suerte y el silencio.


Un día la copa alcanza ,

un día el árbol y las manos

se miran desnudos e impúdicos.


Nadie advierte:

con los años,

la piel se llena de espinas

mientras otros ojos

deshuesan el crepúsculo.


dana...

1 comentario:

Anónimo dijo...

aparece poco
postea poco
pero cuando aparece...
aparecen bellezas como éstas
besito

Roberto